"La gente sana rehúye el trato con la gente
enferma. Esta regla es aplicable a casi todo el mundo. Hans Reiter era una
excepción. No les temía a los sanos ni tampoco a los enfermos. No se aburría
nunca. Era servicial y tenía en alta estima la noción, esa noción tan vaga, tan
maleable, tan desfigurada, de la amistad. Los enfermos, por lo demás, siempre
son más interesantes que los sanos. Las palabras de los enfermos, incluso de
aquellos que sólo son capaces de balbucear, siempre son más importantes que las
palabras de los sanos. Por lo demás, toda persona sana es una futura persona
enferma. La noción del tiempo, ah, la noción del tiempo de los enfermos, qué tesoro
escondido en una cueva en el desierto. Los enfermos, por lo demás, muerden de
verdad, mientras que las personas sanas hacen como que muerden pero en realidad
sólo mastican aire. Por lo demás, por lo demás, por lo demás."
BOLAÑO, Roberto. 2666, La parte de Archimboldi p. 825.
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