lunes, 8 de octubre de 2012



"La cantidad de gente que en Chile se encuentra privada de libertad es tan desproporcionada, tan alarmante, que las autoridades, actuales o de gobiernos recientes, jamás comentan o analizan tal fenómeno. Al revés, el combate contra la delincuencia, bandera de lucha de tirios y troyanos, prima por sobre toda consideración jurídica, ética o humanitaria.

Que tengamos entre 80 y 100 mil personas bajo rejas, en un país sin crecimiento demográfico –en 1973 éramos 9 millones, ahora alcanzamos los 16- es algo tan pavoroso que, tal vez por eso mismo, la enormidad, la monstruosidad de ese hecho, debe pasar lo más desapercibida posible.

Con razón, la escritora Diamela Eltit expresó hace poco que los presos eran muy útiles, porque, debido a que son tantos, disminuyen los índices de cesantía. En efecto, las almas en cautiverio constituyen un número tan abismante que las estadísticas, los censos, las encuestas, han optado por ignorarlas.


Nuestra literatura del presente, en especial la narrativa, muestra cero interés en el tema: los personajes son de clase alta o media acomodada, los problemas surgen en viajes a Nueva York o París, las angustias existenciales se presentan en Estocolmo, el sexo, preocupación omnímoda, se practica en Cancún, Madrid o Estambul. De la poesía, ni hablar. En el cine, el asunto es irrelevante."

Camilo Marks
--

No hay comentarios:

Publicar un comentario